miércoles, 29 de junio de 2011

Los tigres son más hermosos, Jean Rhys

El título tan sugerente de este libro nos genera expectativas e induce a su lectura, máxime si su autora es la bien conocida Jean Rhys – cuya obra principal es la novela “El ancho mar de los Sargazos” – escritora de raíces caribeñas con sangre mitad criolla, mitad inglesa. Su historia de vida está ligada al colonialismo inglés del siglo XIX, cuando aún Dominica, su país de nacimiento, era una colonia británica. De padre galés y madre dominicana, Rhys luchó para encontrar su espacio en la vida pues al ser mestiza sufrió la discriminación de los que no son de aquí ni son de allá, lo que queda reflejado vivamente en los ocho relatos que componen este volumen.

Lo primero que nos impacta al leer estos cuentos es la fatalidad de las vidas de las protagonistas, quienes se debaten entre el optimismo de sus energías juveniles y la evidencia palpable del fracaso cotidiano, el cual, al ser permanente, trastoca optimismo en pesimismo. Para quien conoce la vida real de la autora, sabrá que todos estos relatos, cual más cual menos, describen episodios que ella vivió en sus primeros años de vida en tierras originarias y ya como una jovencita en las tierras de sus colonizadores ingleses, a donde emigró. Efectivamente Rhys habitó en Las Antillas inglesas hasta alrededor de los dieciséis años, viajando después a Europa donde intentó asimilarse a la vida londinense sin mucho éxito. De las experiencias desventuradas vividas en este período tratan la mayoría de estas historias.

Telón de fondo en todos los relatos es la aguda sensación de inadaptación social que sintió en vida la escritora, pues los ingleses de tomo y lomo practicaban un menosprecio despiadado a quien no lo era, tachándola de “horrible criatura de las colonias”. Esta actitud discriminatoria desencadena en la autora una violenta animadversión a todo lo inglés, personificado por la ciudad de Londres, y que es tangible en los textos: “Fue Eddie el primero que me contagió las dudas sobre “la patria”, es decir, Inglaterra. Se quedaba siempre muy callado cuando otros que nunca la habían visto elogiaban sus encantos y hablaban con grandes ademanes de Londres”. O bien: “No me vengan con cuentos sobre Londres. Hay mucha gente en Londres con el corazón como una piedra”. Y más categórico aún: “Londres huele siempre igual. Apesta, piensas, pero me alegro de haber regresado. Y durante un rato te infunde ánimos. Puede ocurrir cualquier cosa a la vuelta de la esquina, piensas. Pero mucho antes de que llegues a la esquina ya te has desanimado.”