miércoles, 9 de febrero de 2011

Balzac y la joven costurera china, Dai Sijie

Amistad, amor, traición y el despertar de una vocación están mezclados en este buen libro del escritor chino-francés que nos trae la historia de dos amigos de la china de Mao a finales del 1968. Es la época en que el estado comunista imperante sospechaba de cualquiera que tuviera algún grado de desarrollo intelectual, ni qué decir de aquellos que fueran profesionales o miembros de la burguesía acomodada. Como parte de la Revolución Cultural impulsada por el gobierno, se había recién instituido la necesidad de “reeducación” de los jóvenes provenientes de las clases educadas obligándolos a abandonar a sus familias y emigrar al campo a vivir en aldeas rurales con el fin de asimilarlos a su cultura primitiva, aprender oficios agrarios y homogenizar la sociedad.

El significado de esta reeducación está sucinta y eficazmente graficado en el episodio del violín con que se inicia el relato. Para cualquier lector actual es curioso que comunidades enteras de finales del siglo pasado pudieran desconocer un violín al serles exhibido pero eso es lo que nos dan a entender: “`Es un juguete`, dijo el jefe. `Un juguete de imbéciles`, dijo una mujer. `¡Hay que quemarlo!` La orden provocó una viva reacción en la muchedumbre…cada cual intentaba apoderarse del “juguete” para tener el placer de arrojarlo al fuego con sus propias manos”. Sin embargo, es muy probable que la intensión del escritor haya sido la de representar el abismo existente entre el campo y la ciudad, entre la total ignorancia y la mínima educación. Lo increíble es realizar que el objetivo del gobierno de un país de más de mil habitantes en un tiempo relativamente reciente haya sido el de retrotraer a toda la población a estadios primigenios de desarrollo en vez de proveer los medios para el avance de la civilización.


Llegan entonces dos amigos del alma recién salidos de la adolescencia a vivir a un pueblo rural enclavado en lo alto de una montaña de nombre evocador, el Fénix del Cielo, muy lejos de sus familias, de sus orígenes y aislados de cualquier contacto educativo que pudiera “corromperlos” inculcándoles intelectualidad. Uno de ellos, el narrador del cuento, y de cuyo nombre, curiosamente, nunca nos enteramos, es el dueño del violín y sabe tocar algunas piezas clásicas. El otro amigo, Luo, el personaje más interesante del libro, es un contador de historias nato que captura a sus audiencias con su imaginación y vívidos relatos. Tiene además Luo esa habilidad tan envidiable de saber decir lo que es preciso en cada circunstancia, saliendo airoso de situaciones complicadas y ganándose la confianza de su interlocutor.
Otro talento de Luo que sin duda llamará la atención de quienes trabajan en ventas es su gran capacidad para descubrir las necesidades de su “cliente” y los modos de satisfacerlas para a través de ese expediente lograr la “paga” que desea. Y esto que Luo desea es una colección clandestina de libros clásicos occidentales, propiedad del Cuatrojos, otro muchacho reeducándose en una aldea cercana a la de los dos amigos, y quien la custodia, en un contexto de inquisición comunista, a riesgo casi de su vida si fuesen éstos descubiertos.
En última instancia el deseo de Luo es mucho más ambicioso: conseguir el amor de la sastrecilla, hija del único sastre de la región y princesa de la montaña del Fénix del Cielo. Ha elucubrado Luo que mediante la lectura y posterior narración oral del libro a la sastrecilla (quien por supuesto es analfabeta) podrá embellecer su alma y conseguir su amor.
Poniéndose a imaginar, hacia el final del libro, cuál podría ser su conclusión después de que Luo es temporalmente autorizado a volver a su ciudad natal a cuidar de su madre enferma, por ningún lado le acierta uno al verdadero desenlace de la historia. La conclusión del libro es inesperada, tanto para el lector como para Luo y su amigo, y lo deja a uno meditando respecto a la bondad de los libros y a lo que pueden éstos provocar en almas simples como la de la sastrecilla, “cuya belleza es un tesoro que no tiene precio”.

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